preparó el
mate, y se fue a sentar debajo del corredor con techo de chapas negras...
Antes de acomodarse en la reposera, enchufó la
radio vieja y buscó con la perilla hasta encontrar el sonido de la
trompeta, el
saxo, el
contrabajo y el
violín.
Dejó la pava en el piso.
Tomó el libro de
Cortázar que habia leido un millón de veces, y lo volvió a empezar, un mate, una página, un mate...